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Fragor sordo de espumas,
lividez de relámpago en las brumas,
redobles de tambor en la honda esfera,
y entre el barco que cruje
y el huracán que ruge,
bajo el ala glacial de la quimera,
tú, que a solas y pálida me nombras,
¡y la mar con sus ímpetus de fiera!
¡y el cielo con sus ímpetus de sombras!
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Retumba el tumbo ronco
y, encrespándose, empuja al otro tumbo
que se revuelve, retrocede, y bronco
como bestia feroz, busca otro rumbo . . .
La lluvia cae. El huracán azota
a lo monstruoso, formidable y negro.
Azarada gaviota
huye al fúnebre horror que la persigue.
Y, como al son de multicorde alegro,
la tempestad sonríe: el relámpago
cruza la inmensidad.
El barco sigue! . . .
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Publicado en: Antología Panameña, verso y prosa. Biblioteca de autores nacionales. Panamá, 1926.
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