Sonetos a una dama vestida de negro, Soneto II,
por Roberto Luzcando
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Porque ella me abrazara yo daría
la soledad que siempre me acompaña.
Diera lo que no tengo: la mañana
que pertenece a la virtud del día.
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Porque ella me abrazara compondría
la imposible canción con que se engaña
a la pérfida muerte que nos daña
con su sordo crujido y nos enfría.
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La brisa regalara y las gaviotas
para que no me diera su rechazo
y jazminara mi esperanza trunca.
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Mas ella dejará en páginas rotas
esta vehemencia de sentir su abrazo,
¡distante abrazo que no acaba nunca!
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Del libro: En la nocturna hora de los búhos, sonetos de amor y muerte.
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