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Sonetos a la Madre, Soneto I,
por Roberto Luzcando
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Hecha de pétalos y tempestades
defiendes este amor que tan contiguo
al corazón me tienes: más antiguo
que el mar donde soñé tus claridades.
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Mas mi palabra pierde cavidades,
si dentro de una lágrima, atestiguo,
puedes vivir, al par que yo averiguo
que hasta el cielo te debe eternidades.
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Frente a las nobles islas de tus ojos,
como una mariposa indescriptible,
se hospeda y arrodilla mi recuerdo.
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Porque sólo mirándote de hinojos
puedo sentir lo dulce y lo posible
de tu imagen, si hallándola me pierdo.
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Premio del Club de Leones, 1958.
Del libro: Sonetos son.
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