La marcha misteriosa de los siglos
las sílfides, las ninfas, los vestiglos,
el profundo silencio de la tarde,
una alma triste, un corazón cobarde;
los luceros magníficos de Amalia,
que parecen del cielo de la Italia,
(Tradúzcase: los ojos) Esas perlas
que llenan de deseo sólo con verlas.
(Léase: muelas y dientes) Los corales
de tu boca; (comprendan, animales
que se trata de labios.) Las estrellas
que por ser tan graciosas y tan bellas,
el numen que a los bardos arrebata
ya las pinta de azul, ya de escarlata. . . .
-- Suspenda, por piedad, su algarabía
que ya me tiene quebrantado y loco!
-- No sea usted animal: eso es poesía. . . .
-- Pero yo no la entiendo. . . .
-- Yo tampoco. . . .!
|