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¡Triste de mi! Cuando la noche llega,
cuando el silencio su pendón tremola
y recibe la flor en su corola
los dulces rayos de la luna riega;
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Cuando a soñar la juventud se entrega
hermosos sueños, que la Duda inmola,
y el viento muje al arrastrar la ola
que los peñascos de la playa anega:
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Mientras que duerme la mujer amada
tranquilamente, porque su alma fría
es como losa de una tumba helada;
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Entonces ¡ay! entonces, Laura mía,
reclinando mi frente en la almohada. . .
¡Echo a roncar hasta que viene el día!
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Del libro: Ensayos Poéticos.
Publicado en: Rodolfo Caicedo y su obra poética, de Nydia Alicia Angeniard.
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