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Fábula
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El Cerdo con el Chivo
un diálogo muy vivo
tuvieron cierto día,
y en la dura porfía
con sus graves insultos
provocaron tumultos.
Se arman los partidarios,
de los dos adversarios,
y animoso y contento,
hacia el campo sangriento
armado hasta los ojos,
va el Gallo, nada cuerdo,
a probar sus enojos
en defensa del Cerdo.
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Hallóse en el camino
con un Pato mohíno,
que con mil movimientos,
en difícil carrera,
iba de tal manera
que se bebía los vientos.
Le dice el gallo:--Amigo,
¿va usted a ser testigo
del sanguinoso duelo?
-- No lo permita el cielo
(contesta el Pato) corro
porque no soy tan porro
que ahora me solicite
un seguro escondite,
y ya que soy más viejo
voy a darle un consejo:
no busque la pendencia,
no vaya, no sea bruto,
que su misma indolencia
le dará rico fruto. . . .
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-- Ese consejo guarde
para usted, gran cobarde!
Grita el Gallo furioso,
y entró en el horroroso
campo, pero la fiesta
donde su ardor desata
casi, casi le cuesta
la Vida ¡suerte ingrata!!
Quebráronle una pata;
pero él por sus servicios
espera beneficios,
solicita regalos.
¿Qué recibió? -- cien palos,
y con ojos rojizos
el caudillo grosero
al valiente guerrero
manda a freír chorizos.
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Al mismo tiempo el Pato,
con semblante muy grato
sale de su covacha
y ante el Cerdo se agacha,
le encuentra muy buen mozo,
muy lindo, muy gracioso,
celebra su victoria
que le llena de gloria,
y tanto habló el tunante
que el marrano ignorante
le dio el botín de guerra. . . .
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Yo, lectores queridos,
he mirado en mi tierra
lances muy parecidos----
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Del libro: Ensayos Poéticos.
Publicado en: Rodolfo Caicedo y su obra poética, de Nydia Alicia Angeniard.
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