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No necesito el sol. Habrá fulgores
más bellos para mi si tú me quieres,
pues con tus ojos virginales eres
el astro que hermosea mis dolores.
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Donde no te hayas tú, no existen flores;
donde tú no te encuentras, no hay mujeres,
yo sin ti no concibo los placeres,
yo sin ti no comprendo los amores.
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Tus labios miro, y delirante y loco
lo intenso de mi sed me desespera.
Y cuando a solas tu recuerdo evoco
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hasta la eternidad hallo ligera.
Porque la misma eternidad es poco
para besarte cuando yo quisiera.
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“El Cronista”, Septiembre 17 de 1896.
Publicado en: Cien años de Poesía en Panamá (1852-1952), de Rodrigo Miró.
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