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Ya se pierden mis ansias,
tu silencio me mata,
un cansancio muy hondo
mi existencia arrebata,
y la dicha no tiene,
para mí un arrebol.
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Soy cual voz que se esparce
por la selva callada;
soy un eco doliente,
que se pierde en la nada;
una flor que se muere
sin los riegos del sol.
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Y es que tú no has querido,
comprender mis tristezas,
ni envolverte en el manto
de mis hondas ternezas,
ni llevarme a los reinos,
donde impera el amor.
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Y prefieres que siga
mi sendero doliente,
cuando tú eres el riego,
cuando tú eres la fuente,
cuando tú eres el astro
que me imprime calor.
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Del libro: Retazos Líricos.
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