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(Para . . .) |
Te amé por verte taciturna y fría;
sí, por eso te amé con embeleso,
y por buena también. . . quizá por eso
es que te estoy amando todavía.
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Quizá también por pensativa y sola
te he dado el corazón con la mirada,
y porque finjo verte circundada
de una risueña y celestial aureola.
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Tanta bondad tu corazón destella,
que yo quisiera, aunque el dolor me abruma,
ir a los cielos y mojar la pluma
en la sagrada lumbre de una estrella,
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o, en un campo de arrullos y de aromas
donde todo sea dulce y cadencioso,
aprender el lenguaje silencioso
con que se hablan amantes las palomas.
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Al cruzar a mi lado sin alarde
por las calles del parque solitario,
fueron las frondas como un incensario
para ti, bajo el templo de la tarde.
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Te amé por verte taciturna y fría,
sí, por eso te amé con embeleso,
y por buena también. . . quizá por eso
es que te estoy amando todavía.
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Del libro: Retazos Líricos.
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