 |
|
|
|
Quién sabe, dijo, y se alejó en silencio
por la espaciosa estancia,
dejando sólo el eco de sus pasos
sobre la alfombra pálida.
Después hubo suspiros y sollozos
que denunciaban lágrimas
en la vecina alcoba en donde todo
respiraba a perfumes y a elegancia.
|
Y era Mimí, la amante, la de largos
risos sedeños la que sollozaba,
ella llevaba miel entre los labios
y frescura en el cuerpo y en el alma.
Pero la tisis, la atrevida tisis,
que la había prendido entre sus garras,
de las dulces delicias de su amante,
cruel, la arrebataba. . . . . .
|
Por eso el pobre bardo desdichado
que la habló del mañana,
sin sospechar, sin sospechar siquiera
la suerte de su amada,
arrancóle un “quién sabe”
que le brotó de lo íntimo del alma.
|
Y de dónde surgió? Como un ensueño
la acarició mi mente entusiasmada
en una noche de delirio y sombras
en que, para crearla,
finjíme un mármol, suave, modelado,
con perfumes a rosas de Castalia.
|
Del libro: Retazos Líricos.
|
|
|
|
|
|
 |