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Quizá tú eres la misma que ha soñado mi anhelo,
la que ha inspirado todas mis endechas de amor;
una estrella radiante, desprendida del cielo
o un pétalo escapado del cáliz de una flor.
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No sé si eres de un astro el fugitivo vuelo,
o de una limpia fuente el lírico rumor;
si eres vago perfume de vaporoso velo,
si eres luz o eres sombra, si eres goce o dolor. . .
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Yo sólo sé que tú eres en medio de mi vida
aquella dulce y santa promesa presentida
que ha tiempo voy sintiendo vibrar dentro de mi ser;
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y sé que te amo; pero, mi dulce amor, perdona
si adoro más tu grave semblante de Madona
que tus indiscutibles encantos de mujer.
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Del libro: Retazos Líricos.
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