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Cómo he sido tan cándido y tan bueno,
teniendo de su cuerpo la fortuna,
la he dejado cruzar como la luna
sobre un cielo romántico y sereno.
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Jamás quise infiltrarle de veneno
ni arrojar a su frente sombra alguna
aunque las sombras iban una a una
ensanchando las formas de su seno. . .
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Pero así fue mejor. . . que en mi memoria,
al recorrer aquella vieja historia,
brilla como de un mar la transparencia;
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nada me hace turbar mi dulce calma,
pues yo llevo la paz dentro del alma
y ella un negro lunar en la conciencia.
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Del libro: Retazos Líricos.
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