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Cómo puede mi verso, triste y raro,
dulcemente llegar hasta tu oído,
cuando tu esquivo corazón ha sido
sordo a mis ansias y a mi amor avaro. . . !
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Yo te amé con pasión y sin reparo
puse a tus pies mi corazón rendido,
corazón que mil veces he querido
apagar en el eco de un disparo.
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Pero jamás te culpo porque vivas
tu vida de chicuela, o porque esquivas
mis palabras de amor y mis razones;
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que en vez de mi palabra, pobre y hueca
te obsequiaré de pronto una muñeca
y una caja de nueces y bombones.
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Del libro: Retazos Líricos.
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