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Tardes blancas, tardes sentimentales,
tardes como esta tarde en que, tranquila,
con el lampo de luz de su pupila
ella sabía endulzar mis hondos males.
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Volved a mí, Oh, tardes estivales,
que sangre ya mi corazón destila,
y quiero, al son de la doliente esquila
refrescar mis dolores invernales.
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Volved, tardes risueñas y sonoras,
que el inmenso cansancio de las horas
ya va dejando entre mi pecho huella;
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a mí volved, oh tardes rumorosas;
no os pido me traigáis múltiples cosas,
una joya no más: volved con Ella.
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Del libro: Retazos Líricos.
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