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Desde mis montañas soñaba con el mar. Lo
divisaba borroso desde ellas, y lo anhelaba como
se anhela todo lo que se desconoce.
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Un día lo conocí. Terrible y hermoso se presentó
a mis asombrados ojos, pero desde entonces
ya no lo amé.
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No puedo amar el mar. Sus aguas son abismos
y sus olas amenazan sin tregua ni descanso.
Su rugido, al romperse sobre las negras rocas
de la orilla, semeja el grito de rabia e impotencia
del vencido y es queja y amenaza a un tiempo.
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No puedo amar el mar.. .. ..
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Del libro: Primicias.
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