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Las cartas de la madre,
por Ofelia Hooper
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Otra carta tuya llegó, escrita en el cristal de las burbujas que reían en el agua.
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—Recibo tus cartas, madre —me decías—. El abuelo dice que son las nubes suaves del verano las cartas que el viento, como un mensajero apresurado, clava un momento con pinchos de sol, en el pizarrón azul del cielo y se lleva después.
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Pero en esas nubes suaves están tus palabras, más claras que las borrosas palabras blancas, tan incomprensibles, que las maestras escribieron en los negros pizarrones de la escuela.
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“Amor”, escribiste en el papel suave de la nube más grande.
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“Alegría”, “Libertad”, decían otras cartas en sus pliegos, más brillantes que el cielo azul.
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Aunque no me lo has dicho, yo sé cómo escribes tus cartas. Alcanzas por la punta las nubes que pasan rozando el naranjo del patio, las enganchas a las largas espinas verdes de las ramas del naranjo para que el viento no te las lleve, y escribes, apoyando la nube sobre el tronco liso, protestando por la prisa del correo, una a una las letras de mi nombre. “Antonio”.
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Luego arrojas entre las hojas del naranjo el rayo de sol que te sirvió de plumario, desenganchas de las espinas verdes los pliegos suaves, en los cuales hay un borde brillante, porque la nena, mi hermanita, puso en ellos un borrón con su dedo mojado, y los papeles, más bellos que los de las cartas de los reyes, llegan a mí traídos por el viento, que como correo apresurado los despliega con sus dedos vigorosos, los fija un momento con pinchos de sol en el brillante pizarrón azul del cielo, y cuando yo deletreo una a una tus palabras de amor, el correo que los trajo se los lleva presuroso para arrojarlos, como papeles viejos, en la canasta negra y grande de la noche.
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Publicado en: Itinerario de la Poesía en Panamá. Tomado de un libro inédito.
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