Los árboles muertos del Lago Gatún,
por José Oller Navarro
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(Inédita) |
Oh! árboles míos! oh, árboles muertos!
A vosotros canto con dolor de ensueño
por haberos visto lozanos, risueños,
en verdosa urdimbre, en mis días de ayer.
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Las aves cantaron sobre vuestras copas
de frondas y lianas, de los retorcidos
ramajes, al soplo de lluvioso viento
de inclemente invierno al atardecer.
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Ora en la mañana cálida y brillante,
llena de la gloria del sol tropical,
o bien al medio día sofocante y férvido
dentro del bochorno calcinante y cruel.
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... y hoy canto un responso
de llano vibrar al veros inertes.
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En las noches húmedas, al rumor del río
con sus limpias aguas, las raíces eran
filtro de Natura, baño intravenoso
en los recios troncos de ceiba y laurel. . .
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En el vade valle los robles, los cedros;
en las lomas ríspidas fuerte guayacán,
y el níspero y tantos otros árboles
levantasteis airosos vuestro acontecer.
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¡Palmas rumorosas al silbar del viento
norteño, os vio el campesino cimbrar,
mientras que penachos, verdes abanicos,
en el aire plácido os viera mecer...
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. . . Mas ahora entono silente responso
por que estáis sin ramas ni flores.
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Qué bellos coloquios, dentro del ramaje
tendríais con ansias de entrelazaros
para alegría del viandante cansado
y en vuestros regazos dormir, renacer...
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Oh, árboles fuerte de aquellos días!
Oh, palmas cimbreantes, verdes, rozagantes,
cómo yo os adoro y silencioso añoro
en el mismo instante del amanecer!
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Do estáis? Adonde emigraron las ramas
y las aves cantoras que en ellas posaron
al soplo del austro? -Por qué estáis tristes?
sin gemas ni flores, resecos y mustios?
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Natura, en severo destino, la vida os negó,
después de haber sido alegría y grandeza,
policromía y rara belleza, bajo el cielo azul,
como en explosión de vida y placer.
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. . . Y en este momento de hondo responso
os miro esqueléticos, solitarios, muertos.
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-A qué sino débese la tanta tristura?
Ah! Es que las aguas crecientes del Chagres
se precipitaron en afán, un día, de darle
linfa de alimento, al ístmico canal...
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Y fueron subiendo las aguas, creciendo,
a inundar los valles, sepultar collados,
lugares que fueron poblados y aldeas
quedando incólume la Isla Barro Colorado.
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Los tapires, los simios, venados y ofidios
allí refugiáronse a formar otra natural Arca
de Noé, de forma prolífica y flora tropical
en mosaico extraño y único de ver.
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Oh! Lago Gatún, inmenso estanque de aguas
rizadas por el fuerte viento del Atlántico,
o adormecidas por el blanco céfiro
de la madrugada quieta, cuasi sideral . . .
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Llevas en tu lecho mis árboles muertos
cual un cementerio, a los que rezo mi DE PROFUNDIS,
y no les canto cual los contemplaba
airosos, enhiestos, como se admira a otro ser.
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ENVIO |
y porque allá en Veraguas, entre el escenario
de altas montañas, castamente mística
ostenta su forma la sagrada orquídea,
yo vuelvo a cantaros, árboles frondosos del lejano ayer. . .
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Oh, alegres palmeras! Laureles de gloria
que ceñía la frente virginal la Patria
en sus inicios de días de inocencia
y ropaje cándido, gratamente hermoso!
Como en epinicio, yo os canto otra vez!
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Panamá, R. de P. Noviembre de 1959.
Publicado en: Revista Lotería, 2ª. Época, Vol. 5, Nº 53, Abril 1960.
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