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Hermano corazón, tú eres mi campanero
que desde la alta torre de todos mis ideales,
tañes áureas campanas como de catedrales
que claman por un culto magnífico y sincero!
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Tu palpitar doliente, que es nada lisonjero,
ha llorado a los toques de voces funerales,
en las mañanas turbias y en horas vesperales
por mitigar dolores de un mundo lastimero. . .
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Mas en las horas bellas, felices y joviales
tus cantos argentinos, trasuntos de alegría,
hubieran conquistado la turba de los males,
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Si tú, mi buen hermano, doliente campanero,
bajo el etéreo influjo de alegre epifanía,
hubieras repicado con músicas triunfales!
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A la señorita Isabel Colunje Vallarino.
1924
Del libro: Sonatinas
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