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Padrastro Amor, que moras en la tierra. . .
presente sea afanosamente
entre todos los hombres
tu adulzorado nombre.
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Venga a nos, que buscamos tu apetecido reino
y sea tu influencia soberana
por desesperanza o por suerte,
en la vida o lo inerte.
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Danos el Pan del trabajo de nuestras manos,
sazonado con lágrimas y besos,
sápido y nutritivo,
humanamente vivo.
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Perdónanos por haber pecado
olvidándote a ratos sin fervor
y perdiendo minutos
sin recoger los frutos.
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Y aléjanos, Oh! Amor, de las tentaciones
del hastío y del ocio fatal,
que es Virtud siempre amar
con intenso adorar!
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A mí esposa, Griselda Pinel de Oller,
flor que embalsama y embellece mis Días sobre la Tierra.
16 de Agosto, 1914.
Del libro: Sonatinas
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