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PARA GUILLERMO ANDREVE |
Brotaron a su influjo las flores en el huerto;
hadas sonrientes, puras, vinieron a regarlas,
poniéndoles perfumes de sus labios abiertos
y formando amorosas delicadas guirnaldas.
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Cantaron con las hadas las aves en el huerto;
cual choque de rubíes, diamantes y esmeraldas,
golpeaba el arroyuelo en matinal concierto
y voces argentinas surgieron de las aguas.
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Levantaron el vuelo las hadas sonrientes;
con emoción unieron sobre su sien guirnaldas,
formando así una sola sobre su bella frente.
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Y las aves regaron de sus cantos las galas
y aspirando el efluvio del perfumado ambiente
besó su frente augusta el lampo de las aguas.
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Enero 1905.
Publicado en: El Heraldo del Istmo, Nº26, del 31 de enero de 1905.
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