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En el hueso y la sangre te resisto
y te puedo en tu lluvia, en tu costumbre.
una muerte en tu centro y dos conmigo,
casa en donde comienzan
solar, nombre, albedrío.
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No te pueda la muerte, ¡Dios lo quiera!
En el nombre y el habla vas conmigo.
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Ya alcanzo tu final, si bien nacía.
Casa en su claridad, ¡la contemplada!,
la bien nacida llama te sostiene;
únicamente en ella te podía.
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Del libro: Sin el color del cielo.
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