Canción Triste,
por Eda Nela
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Por el aire
cabalgando va la pena.
¡Ah manos de sol doradas
que no pueden detenerla!
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Solloza el mar que no siente,
se muere el agua en la arena.
Mi voz se ahoga en la bruma
que diseña el alma muerta.
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Sangre que brota y que brota
haciendo chorros de pena…
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Los ojos pierden color,
la boca se desespera;
en la sombra de los labios
temblando se oye una queja…
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serenito de la noche,
noche que llega y no llega…
¡Ah manos de sol doradas!
¡Ya no pueden detenerla…!
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Del libro:
Parábola
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