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Inquieta, golosa,
partí la granada:
saltaron a chorros
sus perlas rosadas...
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La llevé a mi boca
glotona y salvaje
y empapé mis labios
en su jugo dulce
de color
de sangre...
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¡Si me hubieras visto
con la boca
roja,
llena de jugo
como fruta
rara...!
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Yo dejé a mis labios
su sabor de grana
pa que fuesen tuyos...
¡pa que los besaras...!
pero no viniste
cuando te esperaba...
¡Ya sabrán a frutas!
¡pero no a granadas!
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A la fuente pura
y a las ondas claras
le dejó mi boca
su sabor de grana.
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Del libro:
Parábola
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