|
|
|
|
(Al Gral. Victoriano Lorenzo, fusilado en la Plaza de Chiriquí (hoy de Francia),
el 15 de mayo de 1903, víctima de traición).
|
I |
Triste la tarde moría…
Pálido y mustio, entre paso,
bajaba el sol a su ocaso,
el cielo se ennegrecía;
cuando ante un pueblo que ardía
de indignación, hondamente,
hacia el cadalso, inocente,
donde con luto se viste,
marchaba triste, muy triste,
un indio de altiva frente!
|
II
|
En su doliente mirada
llena de inmensa tristeza,
dejaba ver la grandeza
del alma nunca humillada;
su pálida frente alzada,
libre al parecer de duelo,
daba el hondo desconsuelo
del que con pena infinita
ve llegar la hora inaudita
que al fin le destina el cielo.
|
III
|
Es tan doloroso ver
un cuadro así, horripilante,
y una tarde agonizante
que con él se va a perder;
una tarde que al caer
con su manto de crespón
entristece el corazón
de los que piadosos gimen,
porque siempre es negro un crimen
como baja una traición!
|
IV
|
Allí, pálido, angustiado
por sollozos y suspiros,
llegar lo vi entre vampiros
como a Cristo, abandonado…
Vio el cadalso, acongojado
se sentó, bajó la frente,
y con la fe del creyente
que implora a Dios desde el lecho,
se llevó la mano al pecho
en señal de un inocente.
|
V
|
De pronto un ruido de acero
se oyó siniestro en el llano,
y tras el eco lejano
un ¡ay! siguió lastimero;
fue el doliente adiós postrero
que en su profunda agonía
daba el que triste se hundía,
cuando lánguido, entre paso,
bajaba el sol a su ocaso
mientras la tarde moría…
|
VI
|
Junto a un doliente ciprés
que ninguno hubo plantado,
solo, triste, abandonado,
dicen que cayó después;
nadie su nombre tal vez
ha evocado en la memoria,
que sólo premia la gloria
al que en infamia es fecundo,
y a los huérfanos del mundo
no los recuerda la historia!
|
1914.
Del libro: Poemas Galantes.
|
|
|
|
|
|
|