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El brazo de la esperanza
acariciando dos mares,
sensual, moreno, velludo
de bejucos tropicales.
Brazo que nunca se alza
en actitud de amenaza,
que descansa muellemente,
jamás puño, jamás lanza,
¡Ay del día que en tus playas
se levante la borrasca!
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Brazo que busca amoroso
una paz que no se alcanza
para besar su cintura
y estrechar su mano blanca.
Panamá la de Balboa,
Panamá de los piratas,
esmeralda la más verde
con luna de pura plata.
¡Ay del día que en tus playas
se levante la borrasca!
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¡Ay! del día en que ese brazo
—fiero gesto de amenaza—
con su pueblo grite: “mueran
los tiranos, los piratas,
más piratas por ser hijos
de mí mismo, de mi raza.”
Amanecerá esa hora,
hora primera del alba.
¡Ay del día en que en tus playas
se levante la borrasca!
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El día que por tus plazas
galopen sonrisas pálidas
y se asome la amargura
en el portal de las almas,
balará la aristocracia
de pueblos y de ciudades
y marchará la justicia
alegre y condecorada.
Ella escribirá el romance
Verdadero de mi patria.
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Del libro: Nostalgia.
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