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Ciudad risueña y tranquila
del “Zaratí” y el “Encanto”
con tu zafiro en los cielos
y tu esmeralda en los llanos.
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Cuidad de la torre blanca
de lírico campanario
cortando siempre crespúsculos
sin vidrios tus cuatro lados;
con tus casitas hermosas
vestidas siempre de blanco
sin sombra de rascacielos
ni esplendor de soles fatuos.
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Allá lejos la pirámide
del Guacamaya fausto,
las olas del Orarí
y la cruz del Centenario
el tigre azul de Turega
al Escobal de la mano
y entre colina y colina
los riachuelos de tu marco.
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Tu nombre, nombre de indio
para nosotros sagrado,
lo escribieron las estrellas
con luces en el espacio.
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Tu leyenda inolvidable,
tu religión siempre en alto
y los años, los más viejos
tu cabellera blanqueando.
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Ciudad pequeña y tranquila
del “Zaratí” y el “Encanto”
como me sigues queriendo
como te sigo adorando.
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Publicado en: Diario La Nación. Domingo 11 de septiembre de 1955.
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