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Oh! tú nunca sabrás que te he querido
con férvida pasión, pura y sincera,
que eres mi sueño la ilusión postrera
que en mis noches de insomnio he presentido!
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Nunca sabrás, mujer lo que he sufrido
por este amor; más si posible fuera,
mi pecho ante tu vista te ofreciera
para mostrarte el corazón herido!
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Pero es preciso que mi amor te calle,
que tú siempre lo ignores, aunque estalle
mi pobre corazón, mártir sombrío.
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En tanto soñaré que tú me amas
y que con voz dulcísima me llamas
brindándome tus besos: “Amor mío….!”
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Del libro: Vibraciones
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