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(Tríptico emotivo)
(Para Octavio Fábrega) |
I |
Cuando, con saña, tu desdén me hiere,
pienso, mi bien, con pecho entristecido,
que mi amor “es un ave que se muere
con las alas abiertas sobre el nido….”
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Y sin embargo, aunque la fe se muere,
como el ave en el borde de su nido,
aunque sin tregua tu desdén me hiere,
pienso a veces con pecho entristecido,
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que tú me habrás de amar, que es imposible
que no sepas que sufro lo indecible
por este amor rayano en frenesí;
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que tú me habrás de amar, que, arrepentida,
a mis brazos vendrás, y enternecida
habrás de amarme como te amo a ti.
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II |
Y viniste a mis brazos, a la hora
en que mi corazón te lo imploraba
y fuiste tú la tabla salvadora
donde se asió mi fe que naufragaba.
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Golondrina de amor! A mis aleros
hiciste que volviera la alegría
cuando tus dos ojazos cual luceros
inundaron de luz mi noche umbría.
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Y viniste a mis brazos! Y viniste
a consolarme cuando estaba triste
cuando el sol de mi dicha se ponía.
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Y como el alma se moría de Pena,
y como sé, mi bien, que eres tan buena,
que tú habrías de venir, ya lo sabía….!
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III |
Al fin te fuiste, Golondrina amada,
batiendo el ala con adiós doliente,
y en el confín lejano, lentamente,
se esfumó tu silueta idolatrada….
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Te fuiste al fin y me dejaste el nido
sin luz y sin calor, huérfano y triste!
Golondrina de amor, por qué te fuiste?
Vuelve otra vez a nuestro alar querido!
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Ya las aves no entonan sus cantares
para no contrastar con mis pesares
ni murmura su canto la fontana….
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Y sin embargo calma mi agonía
El eco de tu voz que me decía
“No sufras, prenda, volveré mañana….!”
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Del libro: Vibraciones
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