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Agobiada de trágicos recuerdos
esta noche de triste soledad
el corazón suspende sus latidos
y solloza en su lóbrega orfandad.
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El mundo en su revuelto torbellino
contento, alegre y bullicioso canta;
yo contemplo una, sombra en mi camino
que con trémulo paso se adelanta.
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Es la sombra tristísima y doliente
de un alma que los cielos abandona,
trae sobre los rizos de su frente
el emblema del héroe: Una corona!
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Y llega ansioso y tímido me ofrece
esa guirnalda que en su frente brilla
el inmenso pesar en mi alma crece
al ver que ante mis plantas se arrodilla.
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Si así me dice: Oh tú, la que en un tiempo
de mi vida alejaste los abrojos
ya no puedo, cual antes, ofrecerte
mi. corazón... Recibe sus despojos!
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En mis noches glaciales cuando moro
bajo la piedra del sepulcro frío
pensando siempre en tí padezco y lloro
sin un consuelo en mi dolor impío.
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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Recuerdo palpitante de mi vida
oscura sombra que mi mente empaña
me duele el corazón! profunda herida
abrió esa muerte en mi infeliz entraña!
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Amargura inmortal cuyas raíces
savia doliente esparcen por mi ser,
no renovéis las hondas cicatrices
no es posible ya, tanto padecer.
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Del libro: Nieblas del Alma.
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