El misterio de una sierra,
por Zoraida Díaz
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Hay una sierra obscura y solitaria
que besa el mar constante noche y día
adonde eleva un ave su plegaria
con acento de cruel melancolía.
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Allí habitó en un tiempo ya remoto
un águila caudal que formó un nido;
allí crecían el lirio junto al loto;
luego en su cumbre se posó el olvido.
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Pues aquella ave de argentada pluma
alzó su vuelo y se marchó muy lejos
cuando en el mar se alzaba blanca espuma
de una tarde a los últimos reflejos.
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Quedó pues ese nido abandonado
que fue centro de idilios amorosos
y el compañero…triste…desolado
no cantó más…lanzaba hondos sollozos.
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Un viajero cansado y soñoliento
subió a la cumbre en busca de reposo
se reclinaba ya, mas un acento
oyó…muy triste y doloroso
que así decía:
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¡Oh tiempos que se fueron, tan queridos!
que nunca volverán!
Dos seres eran…por el amor unidos
Decidme: ¿A dónde están?
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¡Oh mar que sus ternezas arrullaste
con el acento de tus hondas suaves
no los recuerdas? Dime: ¿lo olvidaste?
¿Qué fue de tanto amor?¿Tú no lo sabes?
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El mar entonces con su acento rudo
revolviendo su seno misterioso
le contestó: Ya aquel precioso nudo
sentido y tierno, dulce y cariñoso
lo desató la mano del Destino.
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Prosigue solitario tu camino!
voló tu compañero a otras regiones
ya nunca oirás su acento cristalino
ni el eco escucharás de sus canciones!
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Despertóse el viajero… fue un delirio
que forjara mi mente soñadora?
No… ¡Quizás es la “sombra del misterio”
que en las entrañas de esta sierra mora.
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Del libro: Nieblas del Alma.
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