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Está la luna, como un disco hermoso
derramando sobre el mundo sus fulgores
centinela incansable del reposo
testigo del placer y de dolores.
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Siempre avanzando! Y en si marcha lenta
al recorrer los mundos siderales
deja admirar su bella faz que ostenta
en las serenas noches tropicales.
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Pálida cual una virgen soñadora
que consume la nostalgia de un ensueño,
los espacios recorre, triunfadora,
como surca los mares frágil leño.
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Pero ella, en su carrera dulce y lenta
no encuentra escollos, ni arrecifes halla,
serena ante el rugir de la tormenta
desprecia al rayo que en su seno estalla.
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Porque es dueña absoluta. Reina altiva
en el azul inmenso de los cielos
adonde imprime la estela de sus huellas.
¡Oh luna! tú le inspiras grandes celos
a tu hermosa y brillante comitiva
formada de magníficas estrellas!
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Del libro: Nieblas del Alma.
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