¡Quién pudiera romper el denso velo
del manto azul que cubre el firmamento
e imitando las aves en su vuelo
llegar hasta las puertas de ese cielo
y extasiarse en el dulce arrobamiento
que proporciona el conseguido anhelo.
Quién pudiera de cerca, contemplando
los destellos del sol y las estrellas
postrarse reverente, e invocando
las almas de los justos, almas bellas,
decirles las tristezas, las querellas
de un pobre corazón que está sangrando.
Alma enferma que gimes desterrada
en el mar tempestuoso de la vida
prosigue tu carrera… y resignada
desprecia tu pesar… ama y olvida!