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Doce años hace, que por vez primera,
iluminó la luz, tu frente hermosa,
y el perfume de mi alma cariñosa
semejaba una flor en Primavera.
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Corto, muy corto fue el amable arrullo
que el maternal afecto pudo darte;
preparaba mi canto, y al cantarte
de triste llanto se escuchó el murmullo.
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Y seguiste creciendo bajo el ala,
de una ave desolada ya sin nido,
quien contemplando al hijo desvalido
en triste notas su dolor exhala.
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Eres vivo reflejo de tu padre.
Vaciada en ti, se ve su inteligencia,
si cumples tu deber, en la conciencia
placer muy grato llevará tu madre.
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Cuando admiro tu imagen tan querida
lo que siento explicarte no podría
sólo sé que eres toda mi alegría;
¡Bella expresión del libro de mi vida!
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Sigue siendo constante en tus labores;
porque el niño que estudia con anhelo,
convierte su cerebro en albo cielo
con estrellas que irradian resplandores.
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Del libro: Nieblas del Alma.
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