Se oye sonar al cuerno del medio día
águilas y cocodrilos se hermanan ante el mismo sol
pero afilan sus dientes al son de panderetas
cuando Pedro Arias de Ávila sacude el dintel
donde cuelga inseguro el Escudo de Santa María la Antigua del Darién.
¡Ah, pero aquella población!
200 casas pajizas con sementeras
brindaron errantes sus cobijos.
Hace tanto...
en torno al nocivo sueño
el frenesí
el inquieto olor a agonía
el estertor que espera un desenlace,
hace tanto murieron muchos
en las extrañas vidas de la soledad Americana.
Esos que vinieron de Europa
se sorprenden cambiando lucidas armaduras
por la yuca, maíz, plátano verde.
Entre la tierra y el mar,
entre el león de América y el reptil
entre la pocilga y el castillo,
los belicosos caciques
lentamente con nostalgia
signan en el degüello las nucas taciturnas
que la iniquidad del conquistador llenó de oro.
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