Todas las azucenas coronan la frente
del que divisa esas playas de tierras calientes y estrecha cintura
donde con la imagen de la Virgen que oyó al ángel
aquel alado andarín de nubes
mensajero de un Dios justo y temible
que anunció su propia vocación,
esa mujer que parte el tiempo
que sella al verbo
y esconde los ojos
es flor que se cierra después de abrirse;
madre de Guadalupe, de los Desamparados, de Monserrate,
de Begoña, del Carmen...
nombres remotos de la Estrella de Mar,
querubines de ojos azules sostienen sus pies
y marcas de luto hinchan las sienes
al secreto nudo que inauguro su vientre.
El Fiat envuelve a la Virgen Madre
graciosa ave del Espíritu poseída,
insiste al tiempo que el guayacán florido acaricia
creciendo en la colina que ve el calvario.
¡Os saludo María desde el Mar del Sur!
¡Se estrena la mañana en el cruzado de aventuras!
Hombre medieval empresa del renacimiento
aplicas la doble violencia:
la tuya
y la de los siglos.
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