Hidalgo, abandonas al fruto obscuro
negado por la palma gallarda
tuya es la recóndita alcancía de deudas,
en secreto marchas, Balboa eres.
Desciende el toro
que embiste al vacío,
primera estrella de la noche
juegan al gobierno de dos mundos
eternamente impreso en la moneda de cambio.
Careta, Panquiaco, Ponca, Torecha, Comagre y Tubanamá
afligidos renuncian al desvió del tiempo
y moribundos los dioses del suelo se embriagan de lumbre.
¡Así razgo mi carne con rabia indolente
ante el Te Deum Laudamus
que sacia botines,
se pierden los nombres del indio valiente
Coquera, Tumaco y Terarequi
que humillan su sangre ante el baguío del cerril!
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