Versos para cantar en el Viejo despeñadero - 2,
por Julia del Carmen Regales
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... y es la historia colonial de Panamá...
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Son sesenta tribus en la Panamá de Rodrigo de Bastidas,
escribano del barrio de Triana,
quien en bolillos de pan envuelve sus anhelos
al pisar las costas panameñas.
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Y llega Colón, genovés marinero,
con su carabela velas al viento
al estrecho istmo que lo acoge
en donde indígenas que brindan oro señalan caminos
pálidos enlaces entre el impulso y el suplicio.
Aburemá laguna de Chiriquí
lo espera con sus guirnaldas,
aguas dulces y saladas los van bendiciendo.
Los rasgos de su mímica son del signo del ave de presa,
del baniano que teje su inacabable telaraña.
Crecer y respirar,
centro redondo del tiempo partido
entrelazarse unirse afincarse
sobre la tierra por el mar y por los ríos;
es en su rostro y es en su risa.
Escuchó las campanas de las siete que repiten:
"Si el mundo es redondo como una naranja...”
Van navegando por la costa veragüense
desde la isla del Escudo hasta el río Calovébora
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Bastidas llama Escribano a puerto Retrete y
entre lagartos que asoman sus afilados dientes en el Rio Chagres
con el viento a favor Neptuno los saluda desde la playa,
el puerto risueño de elegantes palmeras, caracolas
y piraguas pequeñas
llegan a Portobelo.
Son siete los días que hicieron presente
la escuadra marina;
de la nana del arrullo
se acercó la ventisca.
Insiste en Bastimento, Guija y El Retrete.
No encuentra el Almirante el paso que buscaba
estrecho apretado contraído
al unirse las aguas.
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Del libro: Versos para cantar en el viejo despeñadero
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