Calle abierta en horizonte ancho
vuelta y vuelta
tras la curva incierta.
El pichón
pájaro estremecido entre dolores
apenas nido
repite la mirada
en la sangre del pico
apenas huevo
del principio dormido.
La madre canta
sobre la rama
en la que cuelga el oropel tardío
su naturaleza adormece
al desvalido hijo.
Bate las alas
al aflojar privado substituto
y observa al moscón
alrededor de la agonía.
Una legión de pájaros
omite el vuelo
recelosos vigilan al centinela
que ronda
y que no es una corista que urde tramas.
Con sus dedos sudorosos
recoge al ave
diminuto trozo jaspeado en rojo.
Palpitan impacientes
las desgarradas plumas
apenas confundidas en la mano amiga
ayer huevo
hoy rendido
como arrinconado
ante el dudoso tránsito.
Era un pichón
que volvió del néctar
que jugaba a ser ondina
y el accidente dejó el margen
entre el detalle y el inexperto
que fue noticia.
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