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Dulce adán de la tierra, dame cuna,
luz sobre el rostro y braza en el latido,
arréame a tu cuerpo prometido,
atízame o una estrella o dame luna.
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Puedo ser lo que quieras: aceituna,
cerezo, naranjal, lirio florido,
camino por ti sólo recorrido,
aurora que tu boca desayuna.
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Eres, adán, mi vértebra y mi tierra,
aromada palabra que me encierra,
abeja instituida entre la boca.
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Eres el ansia en soledad poblada
por la múltiple voz de la alborada
que entre la carne al florecer me toca.
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Publicador en: La Estrella de Panamá, 14 de enero de 1968.
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