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Un ala de silencio me ha besado
amor, y cruzo de silencio presa;
sorprendida con íntima sorpresa,
a tu amada quietud casi he llegado.
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Qué dulzura de sueño no soñado
la palabra que amándote regresa,
la del beso que amándote no besa
y se queda soñándote callado.
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¿Ha de callar la música del trino?
Cuando avance el milagro del destino,
la vida romperá como las olas.
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¡Y qué apacibles subirán los brazos:
para un surco de vida en dulces trazos
un presagio de encuentro de amapolas!
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Del libro: Raíces Primordiales.
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