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Este frágil dolor —¡tan frágil era!—
se me volvió de lágrimas sonoras
sonoridad de músicas y auroras
en nacimientos súbitos... ¡Espera!
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Te ha llamado mi voz. ¡Cómo quisiera
detener el milagro de estas horas!
Un ala hacia la vida en que me imploras
y una vida con alas hacia afuera.
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Dulce palpitación: mi labio abierto
que se entrega al sublime desconcierto
del amor en la vía de tu boca.
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Brazos que en la ternura se entrelazan,
labios que en la caricia se amordazan
cuando el amor por el amor se invoca.
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Del libro: Raíces Primordiales.
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