Traía entre las manos el milagro
una alegría blanca para darme
y te tomé, vicaria
con una bienvenida casi religiosa,
te busqué un lindo hogar
aquí entre los helechos de la casa
yo no podía creer
que esa pequeña flor que eres
sencilla
blanca
de pétalos escasos
como una corta cabellera
era la chavelita que crecía en mi casa, y
que mamá cuidaba
del asalto nocturno de los perros
y regaba con agua
ya hoy sé: eres
la remendadora de ojos
la vicaria de sagrados milagros.
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