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Amanece en el campo. Repentino
esmalte de oro puro el cielo dora.
Reza un salmo la abeja zumbadora
y bosteza el insomnio del camino.
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Borda un gallo en lenguaje campesino
tiernas frases de amor para la aurora;
se despierta en su afán la trepadora
y se enreda la brisa en el molino.
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Traza el grillo en su vuelo verde flecha;
el mugido del toro abre una brecha
en la voz de cristal de la quebrada.
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¡Como rosa madura de murmullo,
cimbra el viento su elástico capullo
y se rinde a su beso la cañada!
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Publicado en:Centroamericana, Revista cultural del Istmo, Vol. 2, Nº 5 – Julio, Septiembre de 1955.
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