Redobles de ceniza y piedra, por Ramón Oviero
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Al poeta Alvaro Menéndez Franco,
en prisión.
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I
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UN muro… Cuatro muros te retienen.
Cuatro silencios clavan tu silencio,
más allá de tu piel, de tu palabra,
de tus labios sin voces por secretos.
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Cuatro muros de penas asesinas
quieren sacar palabras a tus huesos.
Mas no hay luna que corte tu marea,
no, no hay luna ni sol: están los muertos.
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Mil muertos como un muro que te empujan
a morderte la lengua y los escrotos
y escupirle las caras a las bestias.
Un muerto y otro muerto allá dejado,
y otros muertos que sabes que no olvidan,
junto a un cerro que empuja y nos reclama.
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II
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CERCADO por graníticas espermas
alzas del sueño sangre compañera:
¡cercado por graníticas espermas!
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Tu voz ahogada en olas de cenizas
quiebra la savia del metal más duro:
¡tu voz ahogada en olas de cenizas!
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Tinteros azorados se estremecen
por no encontrarle cardos a tu lengua:
¡tinteros azorados se estremecen!
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Salten los goznes de herrumbrada estirpe,
y llénense de orín las calaveras:
¡salten los goznes de herrumbrada estirpe!
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Busque el frío la lengua que lo escupe
y la fiebre su densidad más grave:
¡busque el frío la lengua que lo escupe!
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Que maldiga el riñón el golpe amargo
y su maligno ácido destierre:
¡que maldiga el riñón el golpe amargo!
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Cada mañana buscará so origen
debajo de metálicas esteras:
¡cada mañana buscará su origen!
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Ríos de sal repetirán tu nombre
anticipando al óxido la muerte:
¡ríos de sal repetirán tu nombre!
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Y otro redoble de ceniza y piedra
ha de castrar por siempre a los eunucos:
y otro redoble de ceniza y piedra:
¡LA NUEVA VOZ DE LOS ANTIGUOS RÍOS!
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Del Libro: Aquí sobre esta tierra.
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