 |
|
|
|
En ti no vibra el cántico sonoro;
pero en la muda paz que te rodea,
uno cual vago resplandor de idea
nimba tu frente con reflejo de oro.
|
Si no suenan tus voces en el coro
de la ingloriosa y trágica pelea,
luces, con majestad que te hermosea,
de un sacerdote lírico el decoro.
|
Sumergido en extático quietismo,
vives, indiferente hacia ti mismo,
absorto ante la gran Naturaleza;
|
Y, gozando recónditas delicias,
con actitud de pensador, oficias
en el sagrado altar de la Belleza.
|
Publicado en: Pandemónium, Año VIII, Número 99, San José, Costa Rica, 25 de noviembre de 1913.
|
|
|
|
|
|
 |