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-I-
En un abanico.
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Lo sé muy bien. Tus ojos son muy bellos;
tienen del sol los lánguidos desmayos,
del sol en occidente los destellos,
pero aunque fueran fulminantes rayos
mírame siempre y que me maten ellos.
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Tus labios que las gracias envidiaran
néctar destilan, adorada mía;
y en caso que veneno destilaran
besarte y espirar preferiría.
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-II-
Lumínica:
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Y dijo Dios: FIAT LUX … En el momento
se tachonó de mundos colosales
la bóveda azulada: el Firmamento.
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Y fue la luz; pero quedó incompleta:
el sol en los espacios siderales
no iluminaba bien nuestro planeta.
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Formó entonces tus ojos hechiceros
para no dar al Firmamento enojos,
y completó la luz con dos luceros
que tiemblan en el cielo de tus ojos.
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-III-
Curiosa. . . . . .!
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Pues bien, contestaré como lo exige
tu primorosa y perfumada esquela,
escrita como escriben las mujeres
que saben adorar con fe sincera.
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“Por qué inclinas -- preguntas en tu carta, --
cada rato doliente la cabeza?
Tal vez ya no me quieres, y en alguna
otra mujer afortunada piensas?”
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-Vas a saber, ya que eres tan celosa,
el origen fatal de mi tristeza:
es que pienso en COLOMBIA, prenda mía,
y me duele mirarla entre cadenas!
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Publicado en: Don Quijote, Año I, Número 13, Panamá, octubre 15 de 1899.
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