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Para El Heraldo del Istmo
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Era una mañanita de Mayo alegre y bella.
La espiritual Elvira en la ojival ventana,
gemía amargamente. . . Cuán triste estaba aquella
mujer, y cuán alegre la fúlgida mañana.
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Y vio pasar Elvira espléndida pareja
de novios, cortejados por damas y señores..
Después?- Lanzó un suspiro y murmuró una queja
y en lágrimas brotaron de su alma los dolores.
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Corrió a su estancia luego. En regia cuna un niño
soñando cosas tiernas, con placidez dormía:
lo contempló un momento con maternal cariño.
Lloraba entonces ella y el niño sonreía.
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Y pálida y convulsa, incierta la mirada,
pensando en aquel novio, a quien amó, suspira;
y prorrumpiendo en honda y amarga carcajada
de amor se vuelve loca la espiritual Elvira.
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Publicado en:
El Heraldo del Istmo, Nº 5 de 23 de marzo de 1904.
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