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En el día de sus nupcias.
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Ardan en el altar olímpico
la llama del Himeneo;
y no dejen que se extinga
el sacratísimo fuego
las purísimas Vestales
del mitológico Templo
para que dichosa sea
la Virgen de tus ensueños.
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Batan sus alitas rubias
los arcángeles del cielo
sobre tu hogar venturoso
dulcísimo hogar risueño;
y sé feliz con tu esposa,
la dueña de tus afectos,
la que domina en tu alma,
la reina de tus ensueños.
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Sin menguantes, claras lunas
de mieles del Monte Hímeto,
sobre tu hogar bendecido
derramen tibios destellos,
para que dichosa seas
al lado de tu ángel bello,
la ninfa de tu amores,
la Diosa de tus ensueños.
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Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº77 y 78 de 1 de diciembre de 1910.
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