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Cual de fresco rosal la verde rama
que cede al vendaval, en tu idealismo
cediste al angustioso paroxismo
que produce el Desdén cuando se ama.
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Después purificada por la llama
del Amor, tras amargo letargismo,
te apartaste del borde del abismo
y otro galán te proclamó su dama.
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Transformada, luciste la hermosura
del alma, la belleza triunfadora
de la virtud en la expresión más pura.
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Y sin embargo la Injusticia ahora
te sumerge en el mar de la Amargura
y te sigue llamando Pecadora!
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Publicado en:
Nuevos Ritos, Nº 49 de 15 de enero de 1909.
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