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Eres reja de cárcel y eres grillo,
y eres cadena del esclavo encono...
ACERO te llamó después la Ciencia
cuando fuiste templado con carbono.
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Eres cañón, y lanza, y rifle, y sable,
instrumentos mortíferos de guerra:
pero eres instrumento de trabajo
convertido en arado, y yunque y sierra.
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¡Mirad! Pensando en su bufete el sabio,
de fuerza extraña inspiración recibe,
resolviendo problemas complicados
con la pluma de acero con que escribe.
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Eres cincel con que el artista hiere
la tosca mole de la piedra blanca,
para buscar las primorosas formas
complementarias de la Venus Manca.
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En cuerdas de las arpas transformado
produces musicales vibraciones...
Y para tí, cuando te llamas brújula,
tiene el polo magnético atracciones.
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¡Oh, soberbio metal! Tú del labriego
eres el protector ... Yo te bendigo...
En manos de la humilde segadora
te llamas hoz con que recorta el trigo.
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Pero yo te maldigo cuando llevas
por donde quier desolación y luto;
cuando te miro derramando sangre
y eres puñal con que asesina Bruto.
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Te maldigo en el hacha con que inmola
Enrique Octavo a Howard Catalina;
te condeno, instrumento de castigo.
cuando en Francia te llamas guillotina.
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Te admiro en el Antiguo Testamento,
espacio do cual águila te ciernes,
cuando Judith con indomable arrojo
cercena la cabeza de Holofernes.
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Te abomino en poder de los malvados,
te abomino en poder de los bandidos;
pero te justifico cuando hieres
para salvar a pueblos oprimidos.
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Oh, sí! Yo te maldigo y te bendigo
ante la faz del Universo entero:
te maldigo en las manos del verdugo,
te bendigo en las manos del obrero.
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Del libro: Patrióticas.
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